¿Padeces de fibromialgia? ¿Sabías que el ejercicio físico es una de las herramientas que puedes utilizar para mejorar y aplacar sus temidos síntomas? Lee este artículo y empieza a encontrarte mejor desde hoy mismo.

La fibromialgia es una enfermedad crónica cada vez más extendida en nuestra sociedad, su término proviene de: Fibro (fibra) Mio (músculo) Algia (dolor); es decir, dolor de las fibras musculares que componen nuestra musculatura. Pero realmente ¿Cómo se define? Se trata de una enfermedad no contagiosa de origen idiopático, es decir, se desconocen los factores por los que se produce y se caracteriza por un dolor y rigidez variable en músculos, tendones y tejidos adyacentes a las articulaciones.

¿Cómo se diagnostica?

Los síntomas que presentan los pacientes con fibromialgia suelen ser los siguientes:
a) Rigidez o dolor difuso y generalizado durante al menos 3 meses.
b) Calambres, sensación de quemazón o hinchazón, hormigueo en manos y  pies.
c) Fatiga constante.
d) Ansiedad, depresión o estrés.
e) Migrañas, dolores de cabeza y/o menstruales.
f) Dificultad para conciliar el sueño.
e) Intestino irritable.

Este es el cuadro clínico con el que suelen acudir los pacientes a la visita de su doctor, pero como estos síntomas pueden resultar difusos, la fibromialgia queda diagnosticada, cuando además de estos síntomas, el paciente presenta dolor en al menos 11 puntos específicos de 18.

Curiosidades:

  1. Como ya hemos dicho antes, se desconoce por qué se produce; se intuye que puede haber una predisposición genética, puede estar agravada por estrés, exposición excesiva a la humedad y/o antecedentes clínicos de enfermedades reumatoides.
  2. Es una enfermedad que ataca en su mayoría al sexo femenino (80%), además la franja de edad más frecuente es 30-50 años.
  3. Afortunadamente sólo la sufren el 5% de la población con el paso del tiempo se va aumentando el número de casos.

Tratamiento:

Nosotros sugerimos un tratamiento multidisciplinar, enfocado sobre diversas áreas que van a mejorar la calidad de vida de las personas que la padecen:

  1. Medicación: Una vez diagnosticada, se deben de seguir las pautas que los especialistas nos indiquen, en este sentido, suelen prescribir fármacos relajantes musculares así como analgésicos que nos ayuden a combatir con el dolor.
  2. Higiene Postural: Debemos revisar nuestra postura diaria en nuestra rutina, prestando especial atención a nuestra forma de caminar, sentarnos, dormir o leer.
  3. Psicología: Con la ayuda de un profesional, obtendremos técnicas de relajación y respiración, que nos ayudarán considerablemente, además de tratar otras áreas como la disminución del estrés, combatir la depresión y aprender a convivir con un dolor.
  4. Fisioterapia: Para utilizarlo en aquellos momentos de dolor extremo o excesiva rigidez o incluso para llevar un seguimiento adecuado de la evolución de nuestra enfermedad.
  5. Nutrición: Llevar una alimentación equilibrada es parte fundamental de nuestro tratamiento, consiguiendo una composición corporal adecuada, además de prever al organismo y a nuestros músculos en concreto de aquellos nutrientes necesarios para un correcto desarrollo.
  6. Ejercicio Físico: Gracias a esta herramienta vamos a conseguir mejoras significativas, así como prevenir un mayor avance de esta tediosa enfermedad. Nos adentraremos de lleno en el siguiente apartado.

Actividad Física:

La principal razón por la que debes realizar actividad física para mejorar es: mejorar tu condición física. Gracias a una buena condición física vamos a conseguir disminuir el dolor, mejorar tu estado de ánimo, vas a conciliar el sueño, aumentarás tu flexibilidad y por lo tanto tendrás mayor movilidad articular y por último te sentirás más activo ¿Te parecen pocos motivos? A continuación te explicaremos que aspectos fundamentales deben tener tus sesiones de entrenamiento:

FASES:

 

  1. Calentamiento: Es un pilar fundamental, sirve para preparar nuestro cuerpo y emprenderemos unos 5 minutos a baja intensidad, buscando una pequeña adaptación hacia el ejercicio.
  2. Fase de trabajo: Es la fase primordial de cada sesión y no existen estándares generales para todo el mundo, es decir, esta fase debe de individualizarse en función de cada persona, nivel de condición física, edad, sexo, estado de la enfermedad, limitaciones… Como pautas muy generales debemos decirte que jamás llegues al agotamiento, no te olvides de trabajar la fuerza (aspecto fundamental para el desarrollo de nuestra musculatura, incluye los descansos pertinentes en función de tu objetivo y tu estado de forma y como último aporte podríamos decir que esta fase debe durar 30 minutos como máximo.
  3. Regeneración: Debes dedicar entre 5-8 minutos de tu sesión a caminar o pedalear suave, para mejorar tu circulación tras el ejercicio intenso de la fase anterior.
  4. Estiramientos: Fundamentales y no deben caer nunca en el olvido. Mantén la tensión suficiente para que tu musculo se elongue durante unos 10 segundos, a continuación, vuelve al reposo y repite 2 veces más.
  5. Relajación: Dedica el tiempo que necesites después de entrenar a desconectar: medita, deja tu mente en blanco o utiliza técnicas de relajación guiadas.

Como aporte extra a este apartado, podemos destacar que si tenemos la fortuna de contar con una piscina climatizada, nuestras opciones de entrenamiento se multiplican, ya contaríamos con un medio más que ideal para desarrollar nuestras sesiones gracias  a diversos factores:

  1. La temperatura de los vasos y la presión hidrostática mejora nuestra circulación sanguínea.
  2. En el medio acuático no existe la fuerza de la gravedad, por lo que nuestros movimientos pueden ser más controlados, mejorando coordinación y evitando posibles caídas.
  3. No se requiere de grandes esfuerzos para poder realizar un ejercicio intenso.
  4. Las posibilidades de relajación se multiplican.
  5. El medio acuático nos propone un sinfín de actividades que podemos incorporar a nuestro programa: acuagym, natación, rehabilitación…

Por otro lado es muy importante que prestes atención a cómo reacciona tu cuerpo con cada entrenamiento y si tienes malas sensaciones: nauseas, aumento de dolor, mareos, arritmias… debes de cesar tu actividad, buscar un entrenador personal que trabaje asesorado con tu médico y diseñe un plan específico, adaptado a tus características y enfocado a la mejora de tus síntomas.